COMIDA Y ANSIEDAD
¿Dices mucho lo de «‘¡No puedo parar de comer!»? El estrés ha cobrado tanta importancia a lo largo de los años que los expertos ya la denominan como “la enfermedad del siglo” y es que el diagnóstico de Trastornos de Ansiedad Generalizada (TAG) ha crecido exponencialmente, hasta el punto de que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada diez habitantes del planeta sufre hoy sus síntomas.
Hoy en día, entre los distintos mecanismos para canalizar el estrés hay quien se vale del deporte, el yoga, la meditación o, en muchos casos, la comida.
Apuesto a que muchos de vosotros habéis recurrido alguna vez a la comida con el fin de calmar vuestra ansiedad. El problema es que rara vez la solución está dentro de la nevera.
HAMBRE EMOCIONAL
Para poder definir qué es el hambre emocional, es importante que sepamos distinguirla del hambre real. La nutricionista Victoria Lozada hace una distinción muy interesante:
¡No puedo parar de comer! Hambre emocional:
– Se experimenta una necesidad imperiosa de comer de repente.
– No mides cantidades, comes rápido sin ser consciente de cuánto estas ingiriendo.
– No paras de comer cuando estás lleno.
– Las comidas que satisfacen este tipo de hambre suelen estar compuestas de alimentos dulces o muy grasientos y extremadamente calóricos.
– Se produce una satisfacción momentánea seguida de sentimiento de culpa.
Hambre real:
– Se siente en el estómago, es una sensación de vacío.
– No llega de repente, tarda en manifestarse.
– Eres consciente de las cantidades que comes.
– Paras de comer cuando estás lleno.
– Se satisface con cualquier tipo de comida.
– Se genera una satisfacción duradera en el tiempo.
Así pues, podríamos definir el hambre real como una señal de urgencia fisiológica que tiene como objetivo hacernos ver que necesitamos nutrientes en nuestro organismo en ese preciso momento. Por otro lado, el hambre emocional responde a una necesidad de satisfacer una emoción negativa a través de la comida.
Una vez hecha esta distinción, nos resultará más fácil saber qué tipo de hambre manifestamos y cómo reaccionar ante ella.
ALIMENTACIÓN EMOCIONAL
Además de la ansiedad, Laia Solé, en su libro “Adiós al Hambre Emocional” nos explica muy bien cuáles son los principales detonantes del hambre emocional.
Entre ellos cabe destacar:
– Aburrimiento
Se trata de una de las emociones que más se relaciona con la alimentación emocional. ¿Cuántas veces habéis comido algo porque no teníais nada mejor que hacer? En estos casos os recomiendo que busquéis alguna actividad que os mantenga entretenidos: salir a pasear, llamar a un amigo o leer algún blog que os resulte interesante.
– Tristeza
Muchas personas que pasan por momentos de tristeza recurren a la comida para verse transportados a la anhelada alegría durante los segundos que dura un bocado. En casos como este suelo recomendar que el duelo se pase sin recurrir a nada que lo alivie momentáneamente, porque seguidamente llega la culpa y eso nos hace estar aún más tristes, es la pescadilla que se muerde la cola. En caso de necesitar ayuda extra para levantar el ánimo, recomendaría visitar a un terapeuta.
– Ira
Cuando volvemos del trabajo por la noche enfadados con nuestro jefe o descontentos con cualquier cosa que haya pasado a la largo del día, nos lo solemos comer, literalmente. Es por eso que necesitamos canalizar nuestro enfado por otras vías. Algunos trucos para saciar el hambre emocional consisten en gritar (mejor si estas solo), llamar a un amigo o simplemente desahogarte en una clase de HIT, todo menos comértelo.
– Soledad
Se trata de una de las emociones que peor sabemos gestionar. Muchas veces la comida se utiliza para llenar un vacío que parece que nos asfixia. Para gestionar esta emoción correctamente te animo a que busques actividades creativas que te gusten y que te ayuden a gestionar este sentimiento. En muchos casos estas actividades se desarrollan en grupo, lo que te permitirá conocer gente nueva.
Ante todo, es importante que seamos capaces de identificar las emociones para saber si están motivando nuestras ganas de comer.
CONSCUENCIAS DE COMER EN EXCESO
Cuando comemos en exceso nos sentimos cansados, sin ganas de nada y, lo que es peor, culpables.Yo siempre pienso que la mayoría de las personas que van a los buffets libres entran felices y salen sintiéndose fatal, física y psicológicamente (y aun así estos sitios siguen teniendo mucho éxito entre la mayoría de la población ¡no me lo explico! pero estoy segura de que muchos sienten eso de «no puedo parar de comer»).
Si no quieres sentirte así, prueba a comer con consciencia siempre que puedas. Te dejo los tips en mi post sobre el Mindful eating.
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